Algunos de los desafíos de las guardias de profesores en Centros Públicos: Asignación desigual, ineficacia de las sustituciones o la ubicación y funciones confusas para el claustro, son algunos de los errores o mayores problemas que se comenten en la organización interna de un Instituto.
Las guardias son una parte intrínseca y obligatoria de la jornada laboral del profesorado en los centros educativos públicos. Su propósito principal es garantizar la seguridad y el normal desarrollo de las actividades del centro, cubriendo la ausencia puntual de otros docentes o vigilando espacios comunes como los patios y pasillos. Sin embargo, esta tarea, considerada a menudo como «invisible» e ingrata, genera una serie de problemas y tensiones que afectan tanto al profesorado como a la dinámica del centro.
Falta de homogeneidad y organización
Uno de los problemas más denunciados es la gestión de las guardias, que recae en la Jefatura de Estudios y, a menudo, la forma en que se organizan puede variar significativamente entre centros e, incluso, dentro del mismo centro a lo largo del tiempo, generando tensiones.
- Asignación Desigual: La distribución de las guardias no siempre es percibida como equitativa. Algunos docentes asumen más carga o responsabilidades más complejas que otros, lo que puede generar malestar y sensación de agravio.
- Ineficacia de las Sustituciones: A pesar de que la norma establece que el profesor ausente debe dejar trabajo preparado para el alumnado, esto no siempre ocurre. Como resultado, el profesor de guardia puede encontrarse ante un grupo sin tarea definida, con la obligación de improvisar una actividad que garantice la atención y el orden, lo que dificulta su función de apoyo.
- Ubicación y Funciones Confusas: Aunque el Reglamento de Organización y Funcionamiento (ROF) de cada centro define las funciones de la guardia (vigilancia de pasillos, sustitución, atención en sala de profesores), la ejecución práctica puede ser ambigua o estar mal coordinada, mermando su efectividad.
Las guardias de profesores en los Institutos son un engranaje esencial para el funcionamiento diario de los centros educativos. No obstante, si no están respaldadas por unas ratios adecuadas, una dotación de personal suficiente que cubra rápidamente las bajas y una formación continua en gestión de convivencia y crisis, se convierten en una fuente de estrés, sobrecarga y desmotivación para el profesorado. Resolver estos problemas requiere una inversión en recursos humanos y una revisión de las políticas horarias para asegurar que el profesorado pueda dedicar su tiempo a la docencia de calidad y a las tareas de coordinación que son el pilar de un sistema educativo robusto.
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